“Ya no es es mágico el mundo…” comienza en su poema 1964 Jorge Luis Borges haciendo referencia al fin de una relación amorosa. Lo cierto es que el mundo ha cambiado y como a Borges a veces parece que ha dejado de ser mágico. Esto sucede con frecuencia en las organizaciones, en las empresas o mejor dicho a quienes formamos parte de ellas como responsables, directivos, managers, colaboradores o empleados y se manifiesta en las relaciones, en el trabajo en equipo, en la elección de proyectos, en la comunicación y en la visión.
Sí, el mundo profesional, en las empresas y organizaciones ha cambiado y la magia o no, está en nuestra mirada. ¿Aprovechamos el cambio o lo sufrimos? ¿Cómo nos relacionamos con el cambio? ¿Qué necesito aprender para adaptarme?.
Como empresario o directivo seguramente fui formado en una época en que las cosas funcionaban de otra manera ¿Cómo me adapto? ¿Cómo me comunico? ¿Puedo ver que mis clientes también cambiaron y se relacionan distinto con mis productos o servicios? ¿Cuánto ha impactado la tecnología, internet, las redes sociales en la gestión empresaria, en las relaciones, en nuestro modo de pensar? ¿Estamos preparados para surfear esta ola? ¿Me sirve la estrategia que me trajo hasta aquí? ¿Como me relaciono con mis competidores, estoy adelante, son los mismos, son nuevos? ¿Mi organización está preparada para competir, sirve mi modelo de gestión? ¿Qué valor le doy a la innovación, es parte de mi estrategia? ¿Fomento la creatividad en todas las áreas? ¿Cómo me comunico con mis colaboradores, los escucho? ¿Escucho a mis proveedores, a mis clientes? ¿Dónde voy a estar en los próximos 3 ó 5 años? ¿Dónde quiero estar? ¿De quién depende, quién diseña el futuro en mi organización?.
Si alguna de esta preguntas te resuenan de un modo especial es el momento de hacer algo: salir a explorar, relacionarte con el cambio o incluso hacer del cambio una estrategia. Aprender, aprender y actuar. Abrir conversaciones y escuchar. Buscar un nuevo significado, una nueva mirada que nos de el sentido de lo que hacemos y para qué lo hacemos. Re-inspirarnos.
Lo cierto es que la magia está, no en el acto sino en quienes creen.
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